Un camino de exploración

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Desde 1883, Trapiche nació con un espíritu explorador que sigue guiando cada paso. Creemos en la tierra como nuestro recurso más valioso y en la innovación como herramienta para descubrir nuevos horizontes. Esa mirada, que combina sensibilidad y tecnología, nos impulsa a desafiar límites y reinterpretar lo que conocemos del vino argentino.

Fuimos pioneros en la introducción de cepas francesas, en la incorporación de barricas de roble francés y en el desarrollo de vinos provenientes de micro-terroirs. Hoy, ese mismo espíritu nos lleva a seguir investigando, aprendiendo y creando, siempre con una visión abierta y cercana, comprometida con la calidad y el futuro del vino.

Nuestro camino de exploración nos convirtió en una de las bodegas argentinas más reconocidas a nivel internacional. Hemos sido distinguidos por el WRW&S como “La Bodega Argentina Más Premiada del Mundo” por cuarto año consecutivo y elegidos por Drinks International entre las “50 Marcas de Vino Más Admiradas”, siendo la única bodega del país en lograr cinco nominaciones.

En 2019, Wine Enthusiast nos nombró “Mejor Bodega del Nuevo Mundo” y recientemente alcanzamos el puesto #4 en el Top 50 Wineries elaborado por Forbes, reafirmando nuestra búsqueda constante de excelencia.

Hoy, más de 140 años después, seguimos mirando hacia adelante, explorando nuevas regiones, técnicas y experiencias para llevar la esencia de Trapiche a su mejor expresión.

Nuestros viñedos

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Descubriendo caminos nuevos e inexplorados

Desde sus orígenes, Trapiche lleva en su ADN la curiosidad y la búsqueda de nuevos desafíos. Ese espíritu explorador nos impulsó a recorrer territorios remotos y descubrir lugares con identidades únicas para plantar nuestras vides.

En Mendoza, encontramos suelos y altitudes con un potencial extraordinario para expresar la diversidad del vino argentino. Más tarde, nuestra inquietud nos llevó a avanzar hacia Chapadmalal, donde nacieron los primeros vinos de influencia oceánica del país.

Cada uno de nuestros viñedos refleja esa convicción: mirar más allá, interpretar la tierra con respeto y seguir abriendo caminos donde otros aún no han llegado.

La práctica de la biodinamia implica conservar lo natural sin utilizar compuestos químicos, herbicidas ni funguicidas, calculando los ciclos de la luna para la cosecha. Con ella logramos mantener en equilibrio el ecosistema, la diversidad biológica y recuperamos la actividad bacteriana del suelo.

Creemos que, para seguir produciendo, innovando y educando sobre nuestros vinos, debemos respetar lo que la naturaleza nos brinda.